jueves, 27 de agosto de 2009

Gerda durmiendo


¿Cómo saber que aquella era la última noche, en un tiempo donde todas las noches eran últimas?
Robert no podía dormir.
No dejaba de pensar que Gerda partiría esa madrugada en un convoy hacia Brunete, el sitio más hostigado por las tropas franquistas y donde los republicanos resistían a duras penas. A pesar del verano, la noche de París se había puesto fría y Robert se había echado el capote sobre el cuerpo desnudo. Sentado en el desvencijado sillón, miraba dormir a Gerda que se había puesto su pijama y le quedaba enorme.

Gerda tan pequeña, tan bella.

Gerda que nació como Gerta pero ser judío en la Europa de Hitler era casi un certificado de defunción. Pero la fotógrafa, la “pequeña rubia”, como la llamaban los camaradas de la Brigada Internacional Fotográfica, no sueña con la guerra. Su boca dibuja una media sonrisa y su cuerpo se hamaca suavemente. ¿Con qué sueña Gerda? Robert se levanta sin hacer ruido y saca la Leica del bolso. El sol que comienza a filtrarse por la claraboya del altillo donde se esconden de los SS genera un aura alrededor del cuerpo de Gerda. Calcula la luz sin necesidad de usar el fotómetro. Su ojo es un fotómetro. La encuadra a contraluz y, a pesar de lo silencioso del disparo de la Leica, Gerda abre los ojos, lo ve con la cámara cubriéndole el rostro y le arroja la almohada. Robert aparta la cámara y la alza con un solo movimiento de su brazo derecho colgándola en su hombro. La rubia cabellera de ella se bambolea mientras los dos se ríen, se besan, se quitan el capote, se quitan el pijama. Ya no importa que ella es una judía alemana y que el es un judío húngaro. Ambos han creado al reportero gráfico más importante del siglo XX que se llamó Robert Capa, para poder vender sus fotos a los grandes medios norteamericanos.

Gerda, que es Gerda Taro, partirá esa mañana hacia Brunete de donde no volverá.

Robert, que es quien se queda con el apellido de Capa, no se repondrá jamás de la muerte de Gerda y pisará una absurda mina antipersonal en Indochina antes de cumplir los cuarenta años.
En noviembre de 2007, en la ciudad de México aparecerán ciento veinte rollos inéditos de Robert Capa. Nadie sabe exactamente de quién es cada foto porque solían compartir la misma Leica. Sin embargo hay una sola foto cuya autoría es indudable. La de Gerda durmiendo con el pijama de Robert, una mañana de julio de 1937 en París, cuando tenía veintisiete años.

Pini Raffaele,
primavera 2008

4 comentarios:

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Laly dijo...

siiiiii, habìa escuchado esa historia de los fotógrafos en la radio y me encantó, y este texto: genial!!!
Pini, se te puede mandar algo pa publicar??
(igual al lado de tus textos me da cosita!! jajaja son muy buenos!)

Cultura Perdida dijo...

Si Laly, mandame lo que quieras al mail de Cultura Perdida. La única consigna es texto breve (no más de dos carillas).
Besos

Anónimo dijo...

Bellísimo...Hay muchas razones por las que exige este calificativo, pero oscurece lo más importante:disfrutarlo.
Sandra